jueves, 25 de octubre de 2007

parada por favor!!!

(Y no es lo que ustedes piensan manga de degenerados!)…
El brazo levantado (con poca onda) a unos cuarenta y cinco grados del cuerpo y el dedo índice apuntando hacia la nada. Ese es el código que manejan los usuarios de colectivo, código universal para el cual no existen fronteras… Es sabido que esperar el colectivo es algo molesto, fastidioso, más si es de noche y la frecuencia del servicio es de treinta, treinta y cinco minutos (ni te cuento si estás en una zona fea), y esto puede ser peor aún si llueve y hace frío y el viento de la tormenta de dio vuelta el paraguas y te destrozó las varillas…
Sin embargo el humor te cambia cuando ves que se viene acercando lo que tanto esperabas, comenzás a sentir alegría ni bien cruzás el umbral de la puerta plegadiza, cuando apoyás el pie en el primer escalón.
Quizá podés llegar a decirle “Hola”. Particularmente apoyo e invito a saludar al colectivero amigo, el colectivero del barrio que conoce nuestras caras (y conocemos la suya) por que nos vemos todos los días en el mismo horario. Creo que es un acto discriminatorio no saludar al colectivero cuando si lo hacemos con el remisero o el taxista quienes nos cobran (indefectiblemente) más caro que el colectivero de siempre (será acaso el corte característico el que nos hace mirarlos de una manera diferente??)
“Setenta y cinco”, “un peso”, “un escolar” (ni idea cuanto estará ahora) y pasás la moneda una y otra vez hasta que finalmente la máquina se digna a tomarla, agarrás el boleto y si vas solo buscas un asiento individual que este ubicado mas bien al fondo…
Ya en el asiento te dedicás a mirar las de boludeces que decoran el tan preciado transporte público: los más sobrios pueden llegar a poner algún dibujito de la hija, alguna calcomanía de un boliche, sin olvidarnos del famoso resorte expele cada vez que el colectivo frena. Pero esto es de lo más común que podes encontrar, por suerte existen colectiveros más osados que se animan a otras cosas como por ejemplo: el recubrimiento de peluche de la butaca del chofer que hace juego con el plumero que tiene la palanca de cambios y en cuya cúspide hay una bola de pool. Además cabe destacar a los mas audaces que adornan a su colectivo con espejos y luces rojas otorgándole al mismo un efecto glamoroso y telístico a la vez.
Entonces me pregunto: ¿Por qué no hacerles un sentido homenaje a estas personas que nos llevan sanos y a salvo? ¿Por qué no agradecerles las veces que nos frenó en donde no correspondía? ¿Por qué no valorar esos días en que nos dejó pasar por que la moneda que teníamos era tan trucha como las de chocolate? ¿Por qué no brindar hoy por quienes nos dejaron pasar gratis después de una noche en que nos gastamos todo en alcohol y en joda? (Conozco más de un caso!).
Yo se los agradezco, por que (dentro de todo) siempre esta el colectivero con buena onda que espera que suban todos aunque adentro estén apretados como ganado…
Eso si que es tener vocación de servicio!!!

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