lunes, 10 de diciembre de 2007

El viajar: ¿es un placer?

(VOLVI! Sé que me extrañaban zonzitos….)

Como decía aquella vieja canción de Gaby Fofó y Miliki, que nuestros padres y maestras jardineras nos cantaban hasta el hartazgo en la más tierna infancia, “el viajar es un placer que nos suele suceder, en el auto de papá nos iremos a pasear. Vamos de paseo pi pi pi en un auto feo pi pi pi pero no me importa pi pi pi porque llevo torta”. Pero basta con detenernos en la primera frase para originar el pensamiento siguiente. ¿Por qué estaban tan seguro Gaby Fofó y Miliki que el viajar, en efecto, era un placer? En todo caso para ellos podría ser placentero el hecho de viajar, pero la pregunta que se nos abre paso es la siguiente: ¿el viaje resulta placentero para todas las personas por igual?. A mi humilde entender la respuesta es negativa y si quieren saber el por qué, no dejen de leer los párrafos subsiguientes. Para lograr un estudio de mayor profundidad he decidido dividir o catalogar a las personas:
Por un lado tenemos al EMÉTICO. ¿quién es el emético? Es aquella persona hipersensible que ni bien se sube al transporte (llámese auto, colectivo o tren por nombrar algunos) necesita con suma urgencia abrir la ventanilla porque el color de su cara comienza a languidecer, su presión cae estrepitosamente, se marea y repite frases del estilo “ME FALTA EL AIREEEEEEE!”. Es muy común notar en este tipo de individuos que lleven consigo una bolsa, y como todos sabemos no es porque sean muy limpios y quieran cuidar el medio ambiente, sino porque, pueden llegar a lanzar un buen vómito durante el recorrido. Dentro de las personas eméticas caben destacar aquellos que no pueden viajar sentadas mirando en la dirección opuesta al sentido del transporte y aquellas personas que se marean cuando leen durante el viaje.
Otro tipo de rotulación que podríamos destacar son los FLOJOS. La principal característica que debemos tener en cuenta para clasificar a una persona como “floja” es que ni bien apoya la cabeza en el asiento se queda dormida. Recuerdo los viajes de la infancia cuando nos íbamos de vacaciones con toda mi familia. Mi mamá intentaba hacerse cargo de la posición de copiloto siempre repetía la misma frase: “yo voy adelante así le hago compañía a tu padre”… menos mal que mi viejo nunca se quedó dormido en la ruta, porque si teníamos que esperar la atención de mamita yo no estaría escribiendo este blog.
Sin embargo esta facilidad para conciliar el sueño es algo que me sorprende y me resulta realmente admirable. Plácidos los ves descansar como si estuvieran en un somier de 8 plazas y media, rodeados de almohadones de plumas… inmersos en el amodorramiento más profundo, ni siquiera notan si el auto frena, si el resto de los integrantes se bajó en una estación de servicio para estirar las piernas… nada los perturba, ellos fieles a sus convicciones y a su sueño siguen en lo suyo.
Pero en la ciudad también es fácil encontrar a los flojos. Nos podemos encontrar con ellos, por ejemplo, en el tren que nos tomamos todos los días, ese tren que con su vaivén va meciendo a los pasajeros y que actúa como un fuerte somnífero para los flojos. Sin embargo la tranquilidad se convierte en irritación cuando notan que están en José C Paz cuando deberían haberse bajado en Devoto.
Por último están los adorables HIPERQUIN ÉTICOS. ¿papi falta mucho? ¿Qué significa ese cartel? ¿dónde estamos? “no te adelantes que viene un camión de frente” ¿querés que haga unos mates? “el sol me esta quemando mejor bajo la ventanilla” “el viento que entra por la ventana me despeina, mejor la cierro” ¿podés frenar en la banquina que tanto mate me dieron ganas de hacer pis?¿querés que cambie la música?. A veces por ser tan atentos resultan muy molestos, por darle charla al conductor para que no se duerma terminan siendo el peor acompañante. Aunque no hablen igual se los nota excitados durante el viaje, con los ojos abiertos como el dos de oro no se cansan de ver el divertido paisaje: campo, campo, campo y mas campo… un poste, alaaaaaambre, un poste, alaaaaaaaambre (y de vez en cuando esta monotonía cambia radicalmente por que aparece la figura de una vaquita aislada, comiendo un pastito…)
Por lo tanto, con estos datos empíricos y con la brillante argumentación precedente, estamos en condiciones de afirmar que el viajar no es un placer para todos por igual, y es más, también estamos en condiciones de proponer un cambio radical en la letra de la canción “El auto feo”… pero yo, ya me cansé de pensar…asi que la reformulación de la letra de la canción ahora correrá por vuestra propia imaginación….
Arrivederci e buona fortuna…

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